En una tarde para la historia, el 5 de marzo nos reunimos las Hormigas en casa de Ana María, que con Elenita de coanfitriona nos atendió muy bien. Comentamos y discutimos sobre el libro Dime quién soy, de la española Julia Navarro.
Me toco a mí la difícil tarea de escribir esta minuta, sobre todo competir con las de Nacha, siempre tan bien logradas.
La reunión comenzó con poca asistencia en una tarde que presagiaba noticias. La mayoría se había excusado por diversas razones; al final terminamos siendo once hormigas.
Ana María comenzó diciendo que era una novela simpática, fácil de leer, sobre la vida de Amelia Garayoa, una mujer increíble, casi la Mujer Maravilla pero una novela larga (1.170 págs.) y repetitiva. Todas estuvimos de acuerdo con eso. A Silvia le pareció que el personaje de Guillermo se ha podido desarrollar más. Elizabeth opinó que Amelia era una suerte de asesino en serie. El personaje de Guillermo nos pareció flojo, hasta innecesario; en cambio los personajes masculinos tenían bastante más fuerza.
A Nacha le pareció un libro de aventuras que tiene el valor de situarte en la época que vivió Amelia. Citó una frase de Mark Twain “La diferencia entre la ficción y la realidad es que la ficción tiene que ser verosímil.” También lo repetía una profesora que tuvo Nacha, Milagros Socorro.
Elenita nos leyó un poco de la biografía de Julia Navarro, periodista, escritora que sigue el género histórico y tuvo un gran éxito con su novela anterior, La Hermandad de la Sabana Blanca, sobre los Templarios, que salió en el momento en que El Código de Da Vinci los puso de moda. Para Elenita, su reflexión fue: “Es la vida de una mujer que aprendió que no podía volver atrás”.
Rosa Elena hizo una comparación muy interesante entre Amelia y algunas de sus amigas de su juventud, que también en los años 60-70 se enfrentaron a sus familias picadas por el gusanito del socialismo-comunismo de la época. Para Chicha, que ha leído varios libros escritos por periodistas, le parece que la forma de escribir de Julia Navarro la identifica con sus colegas.
María Eugenia es capítulo aparte: hizo una maravillosa descripción de los personajes en un correo que mandó anteriormente. No lo voy a repetir porque no tiene sentido. Pero está muy claro.
A Titina la agotó, y a mí personalmente me pareció repetitivo y con muy poca o casi ninguna descripción. Para mí un bestseller más, que con doscientas paginas menos hubiera estado mejor. La síntesis es importante.
En general, a casi todas les gustó; resultó entretenido y algo más supimos de la historia del siglo XX. Eso para mí es la maravilla que tiene la lectura: a pesar de todas las criticas, siempre terminas aprendiendo algo.
A la mitad de la tarde, cuando ya habíamos terminado la discusión, nos llegó la noticia que toda Venezuela esperaba: Hugo Chávez acababa de morir. De ahí en adelante nos olvidamos de los libros, vimos la TV, mandamos mensajes, hicimos llamadas y hasta un pequeño brindis hubo, no por nada malo sino por lo del fresquito que nos entró. Los carros se lanzaron a las calles; todo el mundo quería llegar a su casa y la tranca fue general en la ciudad. Comimos una rica ensalada y divinos postres, aunque no había de lechosa.
Quizás nos olvidaremos de Dime quién soy, pero nunca olvidaremos donde estábamos y con quién la tarde en que murió Chávez, una persona que creía que tenía a Papá Dios agarrado por la chiva y murió como cualquier mortal de cáncer. Una tarde en la historia de Venezuela y de las Hormigas.
Puntuación:
Ana María 7 ptos.
Elizabeth 8 ptos.
Nacha 5 ptos.
Elena 7 ptos.
Silvia 6 ptos.
Rosa Elena 7 ptos.
Chicha 8 ptos.
María Teresa 7 ptos.
María Eugenia 8 ptos.
Titina 6 ptos.
Graciela 5 ptos.
Promedio final 6,72 ptos o sea 7 ptos.
El próximo libro es Caín, de José Saramago, para el martes 2 de abril; la casa esta por definirse. Para el mes de mayo habíamos quedado en el libro El Olvido que Seremos de Héctor Abad Faciolince.
Graciela Behrens
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Desde luego, Marías no está proponiendo una falsa equivalencia moral entre la dictadura y la democracia. Cuando le pregunté qué sintió cuando se enteró de la muerte de Franco, no vaciló. “Alegría”, respondió. “Alivio y mucha alegría”. (Javier Marías, el escritor que desafía el silencio sobre el pasado franquista de España, The New York Times, 1º de agosto de 2019).
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