Amor es el nombre propio del autor que nos tocó leer este mes. Su primer libro, Rules of Civility, fue un éxito tal que le permitió retirarse de la banca de inversión, en la que trabajaba, a fin de dedicarse a escribir a tiempo completo para suerte de sus lectores. Las Hormigas imaginamos al escritor de Un caballero en Moscú, Amor Towles (Boston, 1964), como todo un caballero, muy parecido al conde Rostov, el personaje central de su novela, cuya vasta cultura y erudición son mostradas con tal elegancia y buen humor que no hiere la sensibilidad de otros. Buen amigo, maravilloso padre adoptivo y fiel amante, es de personalidad romántica, de lenguaje preciso y refinado, muy curioso y dispuesto a la aventura. Lo imaginamos buenmozo, siempre perfumado y pulcro con su persona; algo cínico, altivo y demodé, es siempre respetuoso, humilde y sensible ante las diferentes personalidades y los sentimientos de los demás. Es un sibarita que disfruta y conoce lo más exquisito; ama a las mujeres de su vida, se ama a sí mismo y está enamorado de la vida, por lo que decide ser feliz y lo refleja en quien lo trata. Eso lo convierte en líder, admirado por todos y reconocido hasta por el mismo régimen que lo tiene confinado en una pequeña buhardilla, por el resto de su vida, en el majestuoso Hotel Metropol frente al Teatro Bolshói de Moscú.
Vocalise – Sergéi Rachmaninoff (Conjunto de violines del Teatro Bolshói)
El personaje es un ejemplo de resiliencia ante la adversidad. Se adapta, con alegría y buen humor, a los contratiempos de ser un noble—nieto de una princesa imperial—que sobrevive, milagrosamente, a la llegada de los bolcheviques a Rusia.
El verdadero caballero se prueba en las dolorosas no en las gloriosas.
Claro que su inteligencia emocional está respaldada por la seguridad económica que le proporcionaba el oro que escondía a buen resguardo en un mueble y por el buen uso que daba de ello.
…ahorrar no es sólo guardar, sino también saber gastar.
Un libro fresco y muy bien escrito, bien documentado y muy divertido, que además nos sirve de espejo en esta época de confinamiento mientras vivimos nuestro propio comunismo. Retrata la Revolución Rusa de una manera sutil, sin por eso dejar de mostrar lo terrible y aplastante que resultara ser. La lectura nos convence de que muchas veces la historia se repite; sólo cambian los escenarios y los tiempos.
Aunque no hayamos aprendido nada más… al menos hemos aprendido a hacer cola… Había una sola cola que lo abarcaba todo y que, con el tiempo, acabaría dándole la vuelta al país entero… En ella se entablaban amistades y nacían romances; se fomentaba la paciencia; se practicaba la cortesía; hasta se obtenía sabiduría.
Tiene un narrador omnisciente erudito de fino humor, conocedor de los buenos vinos, las mejores comidas y la mejor literatura. Los personajes están bien definidos y llenos de humanidad. Aunque es obviamente ficción por la suerte de que el conde no terminara en Siberia, como otros muchos nobles que no huyeron a tiempo del comunismo, la trama es perfectamente creíble. Contiene diálogos maravillosos y está muy bien editado. Las notas al pie, abundantes y bien estructuradas, son un complemento perfecto y divertido de la historia.
Alcanzó una altísima calificación con las Hormigas (8 puntos) y gran entusiasmo al comentarlo en la reunión de Zoom. La nueva realidad nos golpea donde más duele, en nuestras reuniones de Hormiguero. Al principio, igual que cuando nos reunimos en persona, todas hablábamos a la vez y de temas diferentes; el audio era una barahúnda. Hasta algunos nietos participaron, alegrándonos la tarde pero aumentando el caos. Siempre es emocionante reencontrarnos y ahora lo valoramos más, lo que aumenta la excitación. Quedamos en reunirnos pronto para comentar La trenza, de Laetitia Colombani. Seguiría el libro de Magda Szabó, La balada de Iza, y después la muy recomendada última obra de Leonardo Padura, Como polvo en el viento. Ojalá compitan con la maravillosa novela de Amor Towles que tanto placer trajo al Hormiguero.
…nosotros (Rusia) y Estados Unidos lideraremos el mundo lo que queda de este siglo, porque somos las dos únicas naciones que han aprendido a dejar a un lado el pasado en lugar de inclinarse ante él.
NS
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Viene al dedillo, como complemento, este video de Nilita Vientós Gastón sobre el libro de Towles:
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Maravilloso libro y minuta. Lo mejor de todo, el Vocalise de Rachmaninoff. ¡¡¡¡Delicioso!!!!
El libro maravilloso. La minuta ¡¡¡magistral!!!
¡Precioso resumen digno de la gran escritora que eres!
¡Excelente, Nacha! ¡Gracias!
Gracias Nacha, la minuta es tan fascinante como el libro. ¡Qué privilegio el tenerte dentro de este grupo! Han pasado ya varios años juntas y si no fuera por estas minutas, que son la reflexión y crecimiento del grupo, no entenderíamos el valor de la lectura. Gracias
Muchas gracias, queridas amigas. Ustedes comparten cualquier mérito, pues precisamente registro sus opiniones sobre los libros que leemos en las minutas.
Una cascada de asociaciones, a partir de la preferencia de Graciela por Vocalise del compositor Sergéi Rachmaninoff, obviamente ruso, siguió con la referencia a Alexis de Tocqueville que hace Nilita Vientós Gastón en su video, luego de la cita final de esta entrada: “…nosotros (Rusia) y Estados Unidos lideraremos el mundo lo que queda de este siglo…” Traduzco de Wikipedia en inglés, sobre la obra cumbre del profético francés (La democracia en América, 1835-1840): “El trabajo de Tocqueville es a menudo aclamado por hacer una serie de astutas predicciones. Él anticipa la posible acritud por la abolición de la esclavitud que destrozaría a los Estados Unidos y conduciría a la Guerra Civil estadounidense, así como la eventual rivalidad de superpotencias entre Estados Unidos y Rusia, que estalló después de la Segunda Guerra Mundial y engendró la Guerra Fría”.
Eso me lleva a colocar acá, como debe ser, una versión vocal de Vocalise, esa hermosa canción rusa sin palabras, en la voz de la estupenda soprano estadounidense Renée Fleming:
Una última asociación ruso-estadounidense a través de la música. Clara Rockmore nació en Vilna, Lituania, en 1911, cuando esta nación báltica formaba parte del Imperio Ruso. Era un precoz prodigio como violinista, habiendo entrado al conservatorio de San Petersburgo a los cuatro años de edad como la alumna más joven en ser admitida en el prestigioso instituto. A raíz de la Revolución de Octubre, regresó con su familia a Vilna y luego emigró a Varsovia, desde donde emigraría una vez más, en 1921, a los Estados Unidos, donde llegó a ser la máxima virtuosa de un extraño instrumento: “El theremín, originalmente conocido como eterófono, thereminófono, termenvox o thereminvox, es uno de los primeros instrumentos musicales electrónicos que se controla sin necesidad de contacto físico del intérprete o thereminista con el instrumento. Su nombre deriva de la versión occidentalizada del nombre de su inventor ruso Léon Theremin, que lo desarrolló en 1920 y lo patentó en 1928”. (Wikipedia en Español. El inventor también había emigrado a Norteamérica). El ejecutante de theremín mueve las manos a poca distancia de las antenas del aparato para subir o bajar la frecuencia del sonido o su intensidad. Creo que Graciela apreciará la ejecución, puesta a continuación, de Vocalise en theremín “tocado” por Clara Rockmore, quien concluyó sus días en Nueva York en 1998:
(Foto de la Rockmore al theremín en La Voz de Galicia, en reportaje con videos de dos piezas por ella y una por el inventor).
Luis Enrique: gracias por esa sublime versión del Vocalise por Renée Fleming, más bonita con la voz como lo dice su nombre. Rajmaninof el romántico entre los románticos. Ahora, para avanzar las Hormigas en el vocalise pon el de Villa-Lobos de la Baquiana número 5, otra delicia musical.
Maravilloso el video de la Sra. Clara… nunca había visto ese instrumento (creo).
Aunque no tiene que ver con el libro aprendemos de lo qué es un vocalise.🥰
Graciasssss
El viejo niño es llorón y Mamá Graciela—así llamábamos a una tía abuela materna Chenel Calcaño—lo pellizca.
Se llama vocalise—vocalización—a un ejercicio de calentamiento de la voz para el canto o la actuación. Traduciré de Wikipedia en inglés:
“Vocalise” es una canción de Sergéi Rachmaninoff, compuesta y publicada en 1912 como la última de sus 14 Canciones o 14 Romanzas, Op. 34. Escrita para voz aguda (soprano o tenor) con acompañamiento de piano, no contiene palabras pero es cantada usando una sola vocal de elección del cantante. Fue dedicada a la soprano Antonina Nezhdanova.
Tienes razón en asociar la dulce melodía de Rachmaninoff—también Rajmaninov; total, en ruso se escribe Рахмáнинов—con la pieza de Heitor Villa-Lobos, la hermosísima Cantilena o Aria de su Bachiana #5. Así que lloraré no una sino tres veces: 1. con la Fleming, como pides; 2. con Bidu Sayão, compatriota del compositor, en una de mis versiones favoritas; 3. con nuestra Fedora Alemán, gran amiga de Villa-Lobos, a quien oí precisamente en esa pieza en el Teatro Municipal hace más de sesenta años. Buen provecho a todas las Hormigas.
Fleming
Sayão
Alemán
Por último, pude conocer un theremín y ¿tocarlo? en la casa de Eduardo Plaza Alfonzo, padre de mi compinche de primera juventud, Eduardo Plaza Aurrecoechea.
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Ñapa: si se les pone escuchar voces femeninas, prueben en mi blog con La voz de la mujer, que dediqué a María Ignacia, mi hija menor con Nacha, la minutera.