
Jorge Luis Borges, María Kodama y su gato
Hoy se cumplen 35 años de la muerte de Jorge Luis Borges, grande entre los grandes escritores en lengua castellana. El 3 de noviembre del año pasado, infobae publicó su último texto explicándolo así:
El cuento que Borges dictó poco antes de morir: una traición, una ejecución y una culpa que lo acompañó hasta el final – “Silvano Acosta”, un texto breve inédito hasta hace unos días, recorre una historia que involucró a su abuelo militar y un desertor. El autor de “El Aleph” conoció el relato, oculto por décadas, gracias a una subasta. 19 de noviembre. 1985. Primeras horas de la mañana. Una sensación extraña recorre a Jorge Luis Borges y le pide a María Kodama que tome lápiz y papel. Y le dicta: “Desde el momento de nacer contraje una deuda, asaz misteriosa, con un desconocido que había muerto en la mañana de tal día de tal mes de 1871”.
Acá está su brevísimo texto:

De la mano de María Kodama
Silvano Acosta
Mi padre fue engendrado en la guarnición de Junín, a una o dos leguas del desierto, en el año de 1874. Yo fui engendrado en la estancia de San Francisco, en el departamento de Río Negro, en el Uruguay, en 1899. Desde el momento de nacer contraje una deuda, asaz misteriosa, con un desconocido que había muerto en la mañana de tal día de tal mes de 1871. Esa deuda me fue revelada hace poco, en un papel firmado por mi abuelo, que se vendió en subasta pública. Hoy quiero saldar esa deuda. Nada me costaría fantasear rasgos circunstanciales, pero lo que me ha tocado es lo tenue del hilo que me ata a un hombre sin cara, de quien nada sé salvo el nombre, casi anónimo ahora, y la perdida muerte.
Asesinado Urquiza, la montonera jordanista asedió a Paraná. Una mañana entraron a caballo en la plaza y dieron la vuelta golpeándose la boca y gritando algún sapucai* para hacer burla de la tropa. No se les ocurrió apoderarse de la ciudad.
Para levantar el sitio, el gobierno envió al regimiento número dos de infantería de línea. Faltaban plazas y una leva recogió algunos vagos en las tabernas y en las casas malas del Bajo. Acosta fue apresado en esa redada, entonces común. Nada me costaría atribuirle una parroquia de Buenos Aires o un oficio determinado -peón de albañil o cuarteador- pero esa atribución haría de él un personaje literario y no el hombre que fue lo que fue. A la semana desertó del cuartel y se pasó a los montoneros. Tal vez pensó que la disciplina entre gauchos sería menos severa que en las filas de un ejército regular. Tal vez quería desquitarse de haber sido arrastrado a la guerra. Prosiguió la campaña y un Destacamento del Dos trajo prisioneros. Alguien reconoció al pobre Acosta. Era un desertor y un traidor. El coronel Francisco Borges, mi abuelo, firmó la sentencia de muerte con la buena caligrafía de la época. Cuatro tiradores la ejecutaron.
Yo nací treinta años después. Un vago sentimiento de culpa me ata a ese muerto. Sé que le debo una reparación, que no le llegará. Dicto esta inútil página el diecinueve de noviembre de 1985. ¶
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* Un sapucai es un grito largo y agudo, usado como llamado o signo de júbilo. Es típico de la cultura guaraní, muy difundido en la región litoral de Argentina y las provincias de Corrientes, Chaco, y Formosa. Es particularmente usado en la cultura del Chamamé y por los pescadores de la región. Etimológicamente, su origen parece provenir del guaraní sapukái (“grito; gritar, clamar”); según informes populares, “grito triunfal del mensú o hachero al derribar un árbol”. El sapucai tiene muchos significados. Para unos es un grito que se usaba en los eclipses para pedirle a Dios que no acabara con el mundo, para otros es un grito que describe emociones y que puede ser distinguido por personas, como sucedió en el conflicto de la Guerra de las Malvinas, cuando los soldados hacían sus sapucai y sus compañeros lo podían distinguir y sentir dolor, impotencia u honor por luchar por su patria . (Wikipedia en Español).
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Más de infobae sobre Borges: https://www.infobae.com/cultura/2021/06/13/la-literatura-la-ceguera-la-democracia-el-amor-el-feminismo-las-opiniones-contundentes-de-jorge-luis-borges/
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