Comienzo pagando una vieja deuda con El Hormiguero: la novela de Eduardo Mendoza—Riña de Gatos, Premio Planeta 2010—, la comentamos el 7 de diciembre del año pasado en casa de Ana María con nuestra invitada de lujo, Irene McKinstry, que con su dominio de la historia—la compara con las matemáticas—, y a pesar de que estaba saliendo de viaje ese mismo día, nos contó con detalles sorprendentes—el Rey Felipe V pasó cinco años sin cortarse las uñas—un resumen de la historia de España y, por retruque, de la de Venezuela en el siglo XVIII.

Nos recordó cómo en el siglo XVI, con Felipe II, no se ponía el sol en el Reino. Pero, como siempre, vino luego la decadencia: los miembros de la Casa Real se casaban tanto entre ellos que los genes fueron degradándose. Mientras tanto, Diego Velázquez (1599-1660), pintor de la corte, se encargaba de retratar fielmente la realidad. España había vivido su Siglo de Oro, cuando brillaban en la que fue la primera potencia del mundo las artes y la literatura. El “Pintor de pintores” fue gran amigo del Rey Felipe IV, quien le compró la magnífica colección que actualmente alberga el Museo del Prado. María Teresa de Salzburgo y I de Austria, hija de aquel Felipe, casó con el heredero de Francia, nadie menos que Luis XIV (“El Estado soy yo”; “Después de mí, el Diluvio”). Es de esta pareja, que estrena el siglo XVIII con una nueva dinastía, de la que vienen los Borbones españoles que ceden la Compañía Guipuzcoana a los vascos en 1715.

El siglo XVIII es el de los piratas y una férrea monarquía. Por cosas de la vida y de la muerte—sobre todo de los herederos al trono—, Carlos III, Rey de Nápoles, termina siendo el de España. Favorece las artes (abre el Museo del Prado, por ejemplo) y apoya la independencia de las Trece Colonias que se independizan de Inglaterra en 1776, hecho que creó un precedente para la emancipación de las colonias españolas en el siglo XIX. Luego vendrían Carlos IV, el monarca bonachón que dejaba reinar a su madre y, finalmente, “nuestro” Fernando VII, a quien decían El Deseado. A este rey ilustrado, Bonaparte lo bajó del trono para dárselo a su hermano José (1808); entonces Venezuela juró lealtad a Fernando* para terminar liberándose de España, pues a pesar de su regreso al trono (1814) nunca volvimos al redil.

En 1812 se proclama la primera constitución de España; la llamaron La Pepa por provenir de José Bonaparte, y aunque hasta hoy día decimos “¡Viva la Pepa!”, Fernando VII no la aceptó al volver, y quien antes era amado por sus súbditos se convirtió en un absolutista feroz, sin escrúpulos, vengativo y traicionero.

Cuando llega la inestable Primera República laica, la poderosa Iglesia española tampoco la reconoce y se llama a Alfonso XII, padre de Alfonso XIII; ambos reinarán en sucesión sobre un país deprimido y atrasado. Al presentarse la Primera Guerra Mundial, España se aparta del conflicto, y en 1923 el rey llama a Miguel Primo de Rivera, quien asume el poder como dictador hasta 1930.

En 1931 hay caos en España; sacan al Rey y comienza la Segunda República. Es el inicio de los partidos con Manuel Azaña y uno de los personajes más importantes de la novela Riña de Gatos: José Antonio Primo de Rivera. Dictador como su padre, fue “el principal líder del fascismo español como fundador de Falange Española (1933). Acusado de conspiración y rebelión militar contra el gobierno de la Segunda República (1936), fue condenado a muerte y finalmente ejecutado durante los primeros meses de la Guerra Civil Española”.

El resumen de Irene nos aclaró los antecedentes de la época en que se desarrolla la historia de la novela que habíamos leído. Las Hormigas tuvieron parecidas consideraciones sobre ella: su utilización del lenguaje sorprende y hace que el lector busque los significados de las palabras; es un libro escrito para los españoles, que conocen por sus nombres a los muchos personajes que menciona. Se trata de una novela negra, de suspenso y a la vez cómica e ingenua; no es literatura seria (a pesar del premio)­. Las Hormigas concordamos en que lo mejor en ella es la presencia y descripción de los cuadros de Velázquez en la trama, y la narración de los momentos políticos de esa España convulsionada. La puntuación que obtuvo fue de 5,4, pero para la merienda y la anfitriona fue de diez sobre diez. NS

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*En el Acta de nuestra Independencia (19 de abril de 1810) se encuentra expresiones como éstas: “atender a la salud pública de este pueblo que se halla en total orfandad, no sólo por el cautiverio del señor Don Fernando VII”; “el voto de estos fieles habitantes, cuando han sido ya declarados, no colonos, sino partes integrantes de la Corona de España”; “este leal vecindario, una gran porción de él congregada en las inmediaciones de estas casas consistoriales, levantó el grito, aclamando con su acostumbrada fidelidad al señor Don Fernando VII”.

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