La novela, original de 2003, acaba de llegar a Chile vía Editorial Salamandra. Se trata del primer título de una trilogía futurista que completan El año del diluvio (2009) y Maddaddam (2013), las que también serán traducidas. En esta novela, la canadiense desarrolla una visión inquietante de un futuro postapocalíptico. Según los entendidos, realiza una crítica ante el acelerado desarrollo científico. No porque sea malo, sino porque puede ser mal utilizado.

Ha incursionado en diferentes géneros. En el ensayo, en la poesía, en las novelas. Nos referimos a la canadiense Margaret Atwood (81) quien ha demostrado, con creces, ser una de las plumas notables de nuestro tiempo. Tanto que es una de las candidatas que todos los años suenan para el Premio Nobel de Literatura (junto con Murakami, por ejemplo).

En su escritura ha desarrollado diferentes estilos y temáticas. Y uno de sus títulos clásicos, en cuanto a novelas, es Oryx y Crake. Original de 2003, no se encontraba disponible en castellano hasta ahora, en que acaba de llegar a las vitrinas nacionales traducida por editorial Salamandra.

En 441 páginas, Atwood despliega una historia futurista e inquietante. No es la primera vez que incurre en eso, también lo hizo en otra de sus obras: El cuento de la criada (1985), y en su segunda parte, Los testamentos (2019).

 

Una trilogía de supervivencia

Oryx y Crake es un relato que tiene como telón de fondo la supervivencia de la humanidad en un futuro postapocalíptico poco alentador, marcado por los experimentos biotecnológicos, la manipulación genética y los transgénicos.

El protagonista -y narrador- es Hombre de las nieves, pero esa no fue siempre su identidad. Antes de que una serie de desastres arrasaran con el planeta, se llamaba Jimmy. Este, no solo debe reponerse al desolador mundo en el que vive, también a la pérdida de Crake, su gran amigo, y sobre todo, de Oryx, de quien estaba enamorado. En el fondo, es una historia de amor que tiene un telón de fondo inquietante, e incómodo. Pero así es la buena literatura.

Esta novela forma parte de una trilogía llamada MADDADDAM, que además tiene como otros títulos a El año del diluvio (2009) y Maddaddam (2013), los que también serán traducidos al castellano.

La académica J. Brooks Bouson, de la Loyola University of Chicago explica así la trilogía: “[En las novelas de MaddAddam] Margaret Atwood reflexiona no solo sobre feminismo sino también sobre preocupaciones humanistas y posthumanistas, ya que cuestiona la propia supervivencia de la humanidad en una era de destrucción ambiental, consumo excesivo, experimentos biotecnológicos no regulados y virus pandémicos”.

 

Crear el infierno

Es entonces, una visión crítica la que persigue la oriunda de Ottawa en esta trilogía. En 2004, la poeta Ana María Moix, en una reseña para Babelia, señalaba sobre Oryx y Crake: “[Atwood] ha elegido la novela como género apropiado para expresar su visión del mundo y del hombre contemporáneo, Margaret Atwood que en toda su obra narrativa despliega una concepción sumamente crítica y nada cómoda de la sociedad en que vivimos, en Oryx y Crake, su última y sorprendente novela, lleva al extremo su talante acusatorio”.

“Autora capaz de profundizar en las razones y complejidades del comportamiento humano, de los hombres y mujeres que luchan entre sus sombrías interioridades y la feroz realidad exterior, social, es, también, una dura e inflexible voz que denuncia los mecanismos de poder provocadores de toda clase de injusticias sociales, políticas, económicas, religiosas y étnicas que se ceban en los sectores más desprotegidos de la humanidad. Esa faceta crítica es, justamente, el eje de Oryx y Crake”, añadió Moix, quien falleció en 2014.

Moix se dio la tarea de ponerla en paralelo con un referente ineludible en cuanto a realidades distópicas: “Comparada con Un mundo feliz, de Huxley, esta ficción especulativa de anticipación constituye una lectura escalofriante por lo cercano que podría estar este universo aterrador creado por la ciencia en oscura alianza con los intereses económicos de una industria farmacológica, obsesionada por poner en circulación enfermedades surgidas de los laboratorios para poder seguir enriqueciéndose con productos supuestamente curativos”.

De esta manera, la novela—sigue Moix—, es una especie de advertencia, de alerta, ante el acelerado desarrollo científico. No porque sea malo de por sí, sino porque puede ser mal utilizado. “Los adelantos de la ciencia y de la alta tecnología hoy ya en marcha -transgénicos, clonaciones, etcétera- son los medios sobre los que Atwood lanza su advertencia: pueden suponer la curación de mucho sufrimiento físico y el alivio de millones de seres humanos que pasan hambre; pero, en manos de políticos y de poderes irresponsables, en manos del capitalismo salvaje dominante hoy día en el mundo, pueden crear el infierno”.

Se espera que la segunda parte de la trilogía, El año del diluvio, esté disponible en julio en España; mientras que aún no hay una fecha definida para Maddaddam.¶

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