Lo que sigue, con mínimas correcciones, es entrevista que Dulce María Ramos hace a Carmen Elena (Menena) Rodríguez Sanabria de Cottin, publicada por el diario El Universal en esta fecha. (Menena acompañó a las Hormigas el 18 de abril de 2012, como invitada de honor a la discusión de su libro: La Nube).
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DULCE MARÍA RAMOS
19/01/2020 01:00 am
“Menena aborda en su abanico temático conceptos esenciales, como la amistad, la emoción, la familia, el yo, encontrar un lugar en el mundo y el flujo de la imaginación. Si algún adjetivo puede asociarse al conjunto de su obra es el de ‘refinado’, en su doble acepción de meticuloso y exquisito. Alcanzar el impacto de un lenguaje construido con base en elementos puros y la búsqueda de lo esencial, implica tiempo para dejar reposar las ideas, tino para limpiarlas, quitar lo que sobra. Así como un conocimiento profundo del lenguaje visual, aunque muchas de estas soluciones puedan asumirse como instintivas”. (Fanuel Hanán Díaz, crítico e investigador literario, sobre la obra de Menena Cottin).
Cottin es autora, ilustradora y diseñadora de más de treinta libros conceptuales ilustrados de muy variados temas que han dado origen a la exposición Buscando la esencia, que luego de presentarse en Caracas (2016) y en Miami (2018 y 2019), llega a Cartagena en el marco del Hay Festival. La muestra es un recorrido interactivo por dieciocho de sus libros conceptuales llevados a formatos tridimensionales que ofrecen a cualquier visitante una experiencia de lectura y acercamiento al libro de forma diferente.
La idea de esta exposición surgió hace años gracias a Rita Salvestrini y John Lange, quienes le propusieron a Cottin exponer sus libros: “Fue algo que nunca imaginé. Algunos dicen que son libros para niños, pero para mí no tienen edad porque son libros conceptuales que hablan de emociones e ideas. La exposición es una experiencia lúdica, divertida e interesante”, asegura la autora.
La iniciativa de realizar esta exposición en el Hay Festival fue gracias a Sergio Dahbar, uno de sus editores. Si bien el proceso de montaje y los trámites aduaneros son complejos y engorrosos, Cottin estará desde la próxima semana en Cartagena para la instalación; con ella viajarán Pedro Quintero, Christian Oporto y Esperanza Villarino. La inauguración será el jueves 30 de enero en la sala de exposición del Centro de Formación para la Cooperación Española.
—Se puede considerar a El libro negro de los colores, traducido a diecinueve idiomas y ganador de múltiples premios, como su obra más importante.
—Cuando lo escribí ni siquiera imaginé que pudiera ser un libro, era un texto muy personal y reflexivo. En su momento lo escribí porque soy una persona muy visual y siempre me dio curiosidad la vida de las personas que nacen sin poder ver. En el proceso de escritura de un libro pienso en las cosas complejas, pero luego me voy a la esencia. También entiendo, a estas alturas de mi vida, que la mente infantil es mucho más clara que la nuestra; el hecho de tener poca información hace que los niños comprendan las cosas en su esencia sin tanta complicación. En El libro negro de los colores me imaginé que era un niño llamado Tomás que había nacido ciego y que entendía cuando sus amigos, que sí veían, le hablaban de un color, así que fui buscando paralelos distintos a los visuales que tuvieran que ver más con las sensaciones.
“Es un libro que ha tocado muchísimas vidas, que ha sensibilizado a mucha gente. Permanentemente recibo comentarios y además este libro dio origen a Cierra los ojos que vamos a ver, que es una historia real de una amistad que se formó cuando por primera vez hablé con una persona ciega, Lucero Márquez, a quien conocí cuando me pidió que le firmara el libro y luego seguimos en contacto por correo electrónico. En la exposición, El libro negro de los colores tiene un sitio de honor, está expuesto en una pared negra con texto y lenguaje en Braille; detrás de esa pared hay un túnel sensorial donde el visitante puede experimentar por unos momentos lo que significa vivir sin poder ver”, prosigue Cottin.
—¿Cómo han reaccionado las personas ante esta experiencia?
—Algunos salen emocionados, otros salen conmovidos. El libro cumple su misión, ya que estuvo pensado siempre para ponerte a pensar, para que te cuestiones y para que continúes la lectura en tu mente.
—Usted siempre estuvo vinculada al diseño gráfico y la ilustración, ¿en qué momento surgió la escritura?
—Surgió muchos años después. Recuerdo que cuando mi hijo mayor terminó el colegio y se fue a estudiar al extranjero, le escribía mucho por correo electrónico; antes escribía cartas. Luego tomé talleres de escritura creativa, así que escribía y guardaba.
—Y su pasión por la gráfica, ¿empezó en la infancia?
—Siempre fue muy claro en mí el interés por el arte gráfico. Mi tío fue el arquitecto Tomás José Sanabria; era hermano de mi mamá y fue muy cercano; tuvo mucha influencia en todos mis gustos y actividades: recuerdo que me regalaba blocks gigantescos para dibujar, me ensañaba origami. Además viví en casas diseñadas por mi tío y para mí el espacio arquitectónico y la luz fueron muy importantes. Mi mamá dibuja, a mi padre le gustaba la música; en fin, siempre conviví en una familia y en un ambiente donde la estética era fundamental, así que el arte era mi camino.
—Creció en una Venezuela y en un ambiente cultural muy distinto al que vivimos hoy.
—Es así. Con mucha tristeza se han perdido espacios importantísimos como los museos y la actividad cultural en sí; no es posible que se usen los espacios culturales para política. Sin embargo, los valores, los talentos siguen y es sorprendente lo que aún se hace en el país a pesar de las dificultades. Yo no sé cómo se logra hacer cultura en Venezuela, pero hay un empuje, una energía, una cantidad de personas valiosas que siguen luchando. Si bien mucho de nuestro talento se ha ido, siguen siendo Venezuela en el exterior y reproducen su talento donde quiera que van.
—¿Qué ha significado en su vida el diseño?
—Un placer. Desde niña recuerdo la sensación de tomar un lápiz y dibujar. Soy afortunada de hacer lo que me apasiona y además compartirlo. Claro, este camino tuvo muchas rutas: trabajé en todas las áreas del diseño, fueron cambiando los tiempos y poco a poco me fui mudando al mundo editorial, a inventar mis propios libros; esto coincidió después que mis hijos crecieron y se casaron. No sólo tengo estos libros, tengo una colección de libros que son para mis nietos y que forman parte de un proyecto personal llamado Ediciones Familiares. Ya mis nietos mayores, los morochos, tienen diecisiete años y desde su primer cumpleaños les regalé un libro especial para ellos y así ha sido con mis cinco nietos. Estoy permanentemente haciendo libros. He vivido ser mamá y ahora con mis nietos vuelvo a vivir y recordar mi niñez.
—¿Cómo se han sentido sus nietos ante su trabajo y sus libros?
—Todos tienen su colección; de hecho, mis nietos van a acompañarme en la exposición en Cartagena, ellos son parte de esta historia. Por fortuna son grandes lectores, nacieron entre libros y siguen viviendo entre libros.
—Y finalmente, ¿cómo es la ventana por donde mira Menena Cottin?
—Es una ventana optimista, alegre, con colores, formas y no sólo miro con los ojos, miro con todos mis sentidos. Eso es algo que me ha enseñado este camino: ver más allá de lo que está frente a ti, de lo que es evidente. Yo busco sorprenderme de las cosas que tengo alrededor, descubrir permanentemente algo nuevo. Eso es lo que emociona de vivir.
@DulceMRamosR
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