El Hormiguero en Zoom

 

Todas las familias felices se parecen, pero las familias desgraciadas lo son a su manera.

León Tolstói

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Lluvia fina

El jueves 22 de abril de 2021, Carmen Tahio, la novia del año, a pesar de todo lo que tenía que hacer para su matrimonio del sábado a las ocho de la mañana, organizó y condujo el Zoom de las Hormigas. Como es natural, casi toda la primera etapa fue para vernos después de tanto tiempo, medio ponernos al día y por sobre todas las cosas hablar del matrimonio: el vestido, cuáles zapatos usar despues de una torcedura y las peripecias para casarse en la Nunciatura y sacar los papeles necesarios en Venezuela y en plena pandemia. Sorprendentemente, la reunión fluyó mejor que nunca, se respetó los turnos para hablar y hubo pocos de esos problemas técnicos que otras veces nos habían torturado.

La novela que tocaba—Lluvia fina (Tusquets 2017)—resultó ser un aguacerito blanco para algunas Hormigas, pero para la mayoría fue un chaparrón de desagrados. Es dificil entender qué llevo a Luis Landero Durán (Alburquerque, Badajoz, España, 25 de marzo de 1948) a escribir una novela sobre los siempre dolorosos y angustiosos problemas familiares; ésos que, junto con los secretitos que toda familia tiene, causan divisiones que a veces duran la vida entera y mortifican a todos.

Su prosa es excelente pero no hace innovaciones; no hay nada nuevo en su técnica. Hay un narrador omnisciente y muchos diálogos—buena parte de la trama se desarrolla en conversaciones por teléfono—que son técnicamente excelentes, pero los dimes y diretes de las conversaciones son muy fastidiosos.

Los traumatizados personajes son todos infelices, incapaces de adaptarse y escapar del pasado para hacer futuro. Como siempre, la culpable de todos los traumas es la madre quien, tratando de hacer que fueran felices e interviniendo con toda la fuerza de su ignorancia y su poder, le desgracia la vida a los hijos. Tal vez influyó en su equivocación su propia historia personal, como sobreviviente de una guerra fratricida en España que los enloqueció, destruyó a las familias y las condenó a la miseria.

En el texto no hay rastro de alegría; es un remover de viejos rencores basándose en la interpretación de los recuerdos de cada quien—en este caso todas paranoides—, los que con el tiempo se vuelven personales espejismos borrosos.

Tiene un supuesto final abierto que es un claro suicidio, el que para algunas es perfecto; para otras, en cambio, es una abrupta y absurda manera de cerrar la historia pero, eso sí, acorde con el tono de total desesperanza de la novela.

Lluvia fina fue calificada por las once Hormigas que la leyeron con cinco coma ocho puntos (5,8 ptos). Tal vez, como lectoras, pudimos aprender a no parecernos a sus personajes, de ponernos siempre en el lugar de los demás y tratar de interpretar sus conductas, de dejar pasar por alto “ciertas cosas” para resguardar la paz familiar. Como dice el sabio dicho popular, “A lo pasado, pisado”.

Algunas ya leyeron y otras están avanzadas en la próxima novela del Hormiguero: Aquitania, de Eva García Sáenz de Urturi, que comentaremos por Zoom muy pronto.

NS

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