En la reunión de febrero comentamos La verdad sobre el caso Harry Quebert, de Joël Dicker. La puntuación del grupo fue de 6,9; altísima para tratarse de un libro catalogado como thriller.
Las Hormigas se mostraron impresionadas con los muchos premios y pocos años del autor. Hubo quien dijera: “Es un ganador; será uno de los grandes escritores, el próximo Stieg Larsson”, pero otras pensaron: “Definitivamente, no es para tanto”.
Joël Dicker esta ligado al negocio editorial desde los siete años, y a los veintiocho está traducido a treinta y tres idiomas y ha ganado importantes premios franceses. Es talentoso, pero exitoso también; esta novela ha vendido más de un millón y medio de ejemplares. Como la misma historia deja ver, está muy bien asesorado y sabe mucho de publicidad literaria.
Las opiniones sobre el libro estuvieron encontradas: algunas de nosotras afirmamos habernos sentido urgidas de llegar a casa para seguir leyendo, pero otras pensaron: cuándo se acabará esta tortura. La verdad es que, a pesar de estar mezclado con consejos no poco originales para la escritura y la vida misma, es un libro que terminado no deja nada que pensar, aunque mientras se lea uno quiera saber más de lo que va a pasar. Dos o tres hormigas sospecharon, desde muy temprano en la lectura, quién era el asesino, pero el truculento final del libro las hizo dudar. El uso de la voz del buen consejero, tutor literario y maestro de boxeo, es ingenioso y da al texto algo de seriedad. La mayoría de los personajes es creíble en la ambientación de una pequeña ciudad del norte de los Estados Unidos pero otros, como el de la pequeña Nola, parecen no cuadrar en edad, comportamiento y psicología.
El autor maneja muy bien los tres tiempos en que se desarrolla la historia: 1975, 1998, 2008. Con igual maestría, muestra la fachada de personajes y hechos donde nada es lo que parece y el pasado, casi siempre retorcido, es lo que prevalece.
El amor es uno de los temas más importantes de la novela, pero patológico en casi todos los casos; el sentimiento de culpa de los personajes es uno de los principales motores de la trama.
He aquí algunos comentarios dispersos sobre la novela:
–Hasta el nombre es largo.
–Las imágenes de boxeo enseñan que en la vida hay que aprender a recibir golpes.
–El libro cumple su cometido y, a pesar de lo largo, no se pierde el hilo.
–El único mérito es que no lo puedes dejar.
–Es un fenómeno que todos hablen del libro.
… … …
En esta reunión en casa de Carolina, cuando al fin pudimos tranquilizarnos y escapar del tema político que hervía en nuestra conversación, propusimos varios libros que distribuimos así:
Marzo: Massaua, de Arnoldo Rosas
Abril: El último encuentro, de Sándor Márai. (Gisela Capellin, ponente).
Mayo: Nuestros años verde olivo, de Roberto Ampuero
Abril: Riña de gatos, de Eduardo Mendoza
Pero también surgieron:
Las horas claras, de Jacqueline Goldberg.
El buen esposo y La carpa y otros cuentos, de Federico Vegas.
La fascinación de la víctima, de Ana Teresa Torres.
El héroe discreto, de Mario Vargas Llosa.
Es maravilloso que tengamos tantas sugerencias, pues nos da tiempo de buscar con calma los libros que leeremos.
Carolina fue la anfitriona perfecta y estrenó con nosotras una ensalada sacada de Internet que fue un hit, acompañada por un cheese cake de fresas de película pero, sin duda, el ingrediente secreto de esta reunión fue la exaltación del ánimo por la incertidumbre política en Venezuela.
Hoy, Día de la Amistad, me voy a comer el corazón de chocolate que afectuosamente nos obsequió Carola.
NS
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