
La autora, VIII Premio Sor Juana Inés de la Cruz
En el Hormiguero leímos la novela que ganó el Octavo Premio Sor Juana Inés de la Cruz en 1999: La tierra del fuego (Alfaguara, 1998). Está basada en una historia real, muy bien documentada y escrita con rigor histórico por Sylvia Iparraguirre (Buenos Aires, 4 de julio de 1947). En ella se relata la particular historia de dos jóvenes suramericanos que se encuentran, en el año 1830, en un barco que va desde Cabo de Hornos rumbo a Londres, a la civilización. Uno de ellos, John William Guevara, quien es el narrador de la historia en tono epistolar, ha nacido en la pampa y es hijo bastardo de criolla y de un inglés que le pone el nombre pero no le da su apellido. Este bucanero, instruido y borracho, al verse solo con el niño cuando muere la madre, decide dejar de tomar y dedicarse a enseñarle todo lo que sabe a su hijo y, cuando siente que ha cumplido su propósito, se quita la vida. El muchacho va entonces en busca del mar, al que idealizó y aprendió a amar a través de su padre, y se embarca con el capitán Fitz Roy quien, a pesar de su rudeza en el trato, termina de educar al grumete y le encarga como misión especial cuidar y enseñar las normas básicas de convivencia a un joven aborigen yámana secuestrado en Cabo de Hornos, a quien llamaron Jemmy Button. Entre los dos muchachos va surgiendo una amistad sólida, que va más allá de la cultura y las diferentes costumbres y continuará por muchos años.
Con Button se pretendió hacer un experimento social y político de integración de dos mundos. Lo visten, le enseñan el idioma, le muestran la ciudad y lo exhiben ante la sociedad londinense. Él queda negativamente impactado con lo que encuentra; no puede entender cómo entre tanta riqueza pueda haber personas en la miseria. En su cultura, donde todos son iguales y los bienes compartidos, es prioridad cuidar a los niños y honrar a los ancianos. Lo que él ve en la gran ciudad es que a los caballos los cuidan más que a muchas personas.
A pesar de que le desagradan algunas de las costumbres, se adapta rápidamente, se sorprende por la cantidad de alimentos que le ofrecen, ya que ése es uno de los principales problemas en su comunidad, y aprende a disfrutar del poder que le da el dinero. Se impresiona con el valor que le dan al tiempo y lo compara con el de su tierra, donde se medía por estaciones y mareas. Valora desde lejos sus islas salvajes y el límpido mar que dejó y se asquea con la mugre con la que viven en Londres.
Al considerar finalizado el experimento social con Butonn, consienten en devolverlo a sus islas y emprenden el regreso, con la idea de llevar ahora la religión y la civilización a los salvajes; quieren cristianizarlos en su propio ambiente. Para ello, construyen un pequeño asentamiento, lo dotan de todos los adelantos posibles de la época y dejan un pequeño grupo de colonizadores. En ese momento los dos amigos se separan, Button vuelve a su pueblo y John William al mar.
Se encontrarían años después en las Islas Malvinas—las Falkland para los ingleses—en donde se está desarrollando un juicio que enfrenta las dos civilizaciones y se hace explícito el fracaso de los ingleses en su intento de “culturizar” a los aborígenes. Button, representando a su gente, es acusado de la matanza de los colonizadores y de haber saqueado y destruido el asentamiento. Éste es el punto focal de esta historia, el juicio de la civilización a la barbarie. Los ingleses no lograban diferenciar a unos pueblos de otros. No saben que, aunque para ellos todos los indios son iguales, hay grandes diferencias que ellos no logran ver entre las diferentes tribus. Ya el veredicto estaba claro; era un juicio amañado, sin defensa posible, pero gracias al idioma que Butonn aprendió y a que se hizo evidente que no fue su pueblo el de la matanza, nuestro personaje logra volver con los suyos despojándose de cualquier rastro civilizatorio antes de abandonar el barco.
Desnudo, levantó el brazo y lo sostuvo en alto; su mano, arriba, separó los dedos. Levanté mi brazo.
Recuperada su desnudez esencial, Button volvía al hondo sueño de la Tierra del Fuego, al viento polar, a la libertad de sus bosques, al invierno más antiguo del mundo, a las altas hogueras de la noche austral, a su patria.
Así se separaron los amigos protagonistas de esta historia del encuentro entre dos culturas; ellos sí supieron respetarse.
Expresa bastante bien la soledad de la pampa y la del navegante en el mar. Da cuenta de los abusos que los ingleses cometían contra esos pueblos, su pesca indiscriminada y el uso desproporcionado de la fuerza. Está bien escrito y hace un claro retrato de la época en que se desarrolla la historia y, a pesar de que muchas dijeron que no lo disfrutaron, obtuvo seis (6) puntos en la evaluación y dio para una pequeña discusión sobre colonialismo inglés y las misiones religiosas en América.
Fue una reunión atípica porque, por sugerencia de Carolina, merendamos en la pastelería Saint Honoré de Santa Fe. A pesar de que era difícil escucharnos, disfrutamos de la belleza del lugar y del menú, pero sobre todo de encontrarnos, vernos, abrazarnos en un lugar público y sin mascarillas.
El próximo libro a leer es Mañana en la batalla piensa en mí de Javier Marías. Es importante leer rápido porque vienen las navidades y el Hormiguero se disgrega.¶
NS
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Nachita: cada vez más , es un placer y un disfrute leer tus minutas!!! Son una mezcla brillante de los puntos más resultantes de la lectura y de los comentarios de todas en la discusión!!! Gracias una vez más por ser nuestra memoria escrita!!
Nacha: la minuta captó mi atención en profundidad. El tema de la conquista y colonización está muy actual aquí, siempre tratando de rescatar la leyenda dorada. Esta minuta logra la unión y verdad de una nueva cultura entre dos amigos. Siento no haber leído el libro. ¡Gracias!