El martes 5 de febrero, nos reunimos en casa de Carolina a discutir la primera y más conocida novela de Ernesto Sábato: El túnel (1948). Carolina nos explicó cómo este ex comunista y destacado físico-matemático, luego de tropezarse en Europa con los principales exponentes del surrealismo y el existencialismo, sufre una transformación intelectual que lo aleja de las ciencias exactas (aterrorizado por la ruptura del átomo y sus consecuencias bélicas) y lo sumerge en la narrativa, donde sobresaldrá como uno de los escritores más importantes del Boom Latinoamericano, y se dedica a pintar cuadros oscuros y dramáticos. El túnel es una novela psicológica narrada en primera persona y enmarcada en el existencialismo. Albert Camus la hizo traducir al francés y luego fue traducida en otros diez idiomas.
Sábato, a pesar de su longevidad (murió cincuenta días antes de cumplir los cien años), sólo publicó dos novelas además de ésta. En 1961, Sobre héroes y tumbas; en 1974, Abaddón el exterminador. Todas son consideradas como obras significativas e importantes de nuestra literatura. Escribió, además, numerosos ensayos sobre la condición humana que lo situaron como uno de los grandes pensadores existencialistas en nuestra lengua.
Marisabel fue elegida como nuestra ponente dado el tema sicológico del libro. He aquí su interpretación:
En las obras literarias queda irremediablemente plasmada la personalidad del autor. Sábato, desde niño, vivía en un túnel; no tendía puentes, era un niño solitario que mantuvo una relación incompatible con sus padres de clase media, agobiados por el trabajo y la miseria y con once hijos varones (Ernesto era el décimo). Aseguró Marisabel que si un niño crece en un ambiente hostil, piensa que así es el mundo y se prepara intelectualmente para enfrentarlo. Seguramente por esto, Sábato escogió Matemáticas y Física como carrera; éstas le daban marcos seguros y confiables para entender la vida y así gestar su personalidad obsesiva-compulsiva, que sufre una gran crisis al descubrir a los existencialistas a su paso por París.
Juan Pablo Castel, personaje principal y único narrador de la novela, era pintor como Sábato y tuvo también una infancia dura y solitaria. Toda la novela gira a su alrededor. Es el único intérprete de los hechos que son narrados a la luz de su mente perturbada, paranoica y enferma por los celos obsesivos que lo llevan a matar a su único amor.
El tiempo exterior está marcado por relojes y calendarios: es medible y confiable y el mismo para todos. En cambio, el tiempo de nuestros procesos internos es enteramente personal. El personaje de la novela vive en su propio tiempo y pinta para drenar su tormento. El cuadro que desata la trama de la novela es una maternidad, que simboliza la gestación de nuevas etapas o proyectos de vida. A través de la pequeña ventana, una mujer que ve el mar representa su soledad: su mundo inconsciente, el sótano donde se guardan los más oscuros secretos.
Castel, cuando ve a María, el otro personaje de la novela, abstraída en la imagen de la ventana, identifica de inmediato un alma gemela que puede comprenderlo, el recurso de salud que tanto necesita. Él siente que hay salvación y está encarnada en ella. Es un destello de salud mental, una esperanza de cura que desde las primeras líneas del libro sabemos que él ha matado, destruyendo lo único que puede salvarlo.
María tampoco era sana. Mostrada por el narrador, su asesino, ella cree ser una persona que daña a todo el que se le acerca, y establece vínculos afectivos con enfermos, desquiciados y suicidas. Y aunque pareciera que ella es la masoquista de la pareja en su relación con Castel, en muchos detalles se muestra cómo es ella la que manda. Él pide perdón con frecuencia. Es María la que marca el ritmo de la relación, ausentándose cuando quiere y dejándole sin noticias. Para él, ella es la única conexión posible con el lado femenino de su personalidad; significa protección para su gran debilidad. Lo femenino puede salvar la parte enferma de su psique. Al principio del enamoramiento, Castel idealiza toda la perfección en María, pero al poco tiempo se da cuenta de que no es perfecta, y esto se convierte en el evento primordial que desata la paranoia, fantasma que antes había plasmado en sus cuadros. Los celos lo enloquecen.
El narrador relata algunos de sus sueños, que están llenos de significado. En una pesadilla lo convierten en pájaro y sólo salen graznidos de su garganta; para colmo, nadie lo nota, simbolizando la injusta incomprensión de los demás. Nadie le entiende, no conecta con nadie.
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Esta novela, que las hormigas calificaron como distinta, angustiosa, profunda, que mueve interiormente y perturba el alma, está escrita con economía de palabras y narrativa poética. A pesar de su crudeza, creímos ver un dejo de esperanza al mostrar que Castel reconoce el problema como propio y por tanto tiene esperanza de cura.
La presentación de Marisabel fue tan interesante que las Hormigas mantuvieron la atención y el silencio durante mucho tiempo, y las intervenciones de todas enriquecieron, como nunca, la discusión. La puntuación que le dimos al libro fue de 8,53 puntos; y eso que no fue una lectura agradable.
Carolina, como acostumbra, fue una anfitriona excelente. Su casa hermosa, la merienda espectacular.
Quedamos que, para el 5 de marzo, cuando nos veremos en casa de Ana María, leeremos a José Saramago en su novela Caín. Para el 2 de abril, vamos a leer a Héctor Abad Faciolince con su novela El olvido que seremos, y nos reuniremos en casa de Carmen Tahío. Ya en mayo, el 7, será donde María del Carmen y el 4 de junio será María Elvira la anfitriona. Luego… veremos.
Recomendaron otros libros en la reunión; recuerdo Tratado de culinaria para mujeres tristes, de Héctor Abad Faciolince,y Santa Evita, de Tomás Eloy Martínez. Les ruego me refresquen los demás.
Asimismo, Valentina sugirió que invitáramos alguna vez a Eleonora Croes, profesora de Literatura, para que nos hable de alguno de los libros difíciles que vamos a leer. Y, además, fuimos amablemente invitadas por Marisabel a participar en un taller de interpretación jungiana del libro Mujeres que corren con lobos, de la psiquiatra norteamericana Clarissa Pinkola Estés. Marisabel nos informó que se reunirán una vez al mes, durante un año, para interpretarlo. Ya nos avisará cuándo comienza.
Reciban un abrazo cariñoso,
NS
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