El mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo.
Cien años de soledad
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Hoy se cumplen ocho años de la muerte de Gabriel García Márquez (1927-2014), la personificación de lo que dio en llamarse el boom latinoamericano de las letras.
La notoriedad mundial de García Márquez comenzó cuando Cien años de soledad se publicó en junio de 1967 y en una semana vendió 8000 ejemplares. De allí en adelante, el éxito fue asegurado y la novela vendió una nueva edición cada semana, pasando a vender medio millón de copias en tres años. Fue traducido a más de veinticinco idiomas y ganó seis premios internacionales. El éxito había llegado por fin y el escritor tenía 40 años cuando el mundo aprendió su nombre. (…) García Márquez recibió el Premio Nobel de Literatura en 1982, según la laudatoria de la Academia Sueca, «por sus novelas e historias cortas, en las que lo fantástico y lo real son combinados en un tranquilo mundo de imaginación rica, reflejando la vida y los conflictos de un continente». Wikipedia en Español.
El 15 de mayo de 2020, este blog publicó una carta de Rodrigo, su hijo, en la que daba cuenta del enorme desajuste planetario que trajo la pandemia de COVID 19, de la que encontraba resonancia anticipatoria en lo escrito por su padre:
No paso un solo día sin cruzarme con una referencia a tu novela El amor en los tiempos del cólera o a una variante de su título o a la peste del insomnio en Cien años de soledad. Es imposible no especular sobre qué te habría parecido todo esto. Siempre te fascinaron las plagas, reales o literarias, así como las cosas y las personas que retornan.
Seis años antes, habíamos leído y discutido la obra cimera del boom. En la minuta de la reunión, se asentaba:
Es una obra diferente; no sigue las técnicas literarias de aquel momento, no utiliza diálogos, sólo narración, y logra que la ficción se apropie del lector. Aunque es una literatura de placer, induce a discurrir sobre temas como el amor, el poder, la magia, las grandes pasiones, la locura, la muerte y el más allá. Es el texto que pone a la literatura latinoamericana a competir en el mundo, es una obra maestra, un “…libro clásico que todos conocen aunque algunos no lo hayan leído y lo más sorprendente es que cualquiera lo puede leer. Solo necesita inteligencia y atención”. En él, los personajes sufren del mal de los amores apasionados y muchos mueren o son condenados a la soledad por ello. El autor les da tanto realismo que vemos con claridad lo que pasa en la multiplicidad de cuentos que nos narra pero, además, vemos dentro de la cabeza y de los sentimientos de los personajes. Representan éstos, en algunos casos, como en Fernanda Carpio, las diferencias no tan sólo de las clases sociales colombianas sino de la forma misma de ver la vida entre la capital y la costa. La magia, el misticismo y las creencias esotéricas, omnipresentes en toda la novela, tienen a sus representantes en Melquíades, con sus ciencias ocultas, y en Pilar Ternera, profetisa de la familia y amante de dos de sus miembros. Hay personajes inolvidables que todas las Hormigas recordábamos de la primera lectura, como Mauricio Babilonia y sus nubes de mariposas amarillas y Remedios, la Bella, “la mujer más hermosa del mundo”, que subió al cielo en cuerpo y alma llevándose las sábanas de Fernanda. Pero el personaje preferido, el más importante, el cerebro lúcido y sostén económico de la familia, resultó ser Úrsula Iguarán*; ella fue la única razonable en “…esa casa de locos” y en esa familia donde la historia daba vueltas y volvía a repetirse. Vive más de cien años y cohesiona la historia de los Buendía a pesar de su ceguera y decrepitud. Algunos ven la novela como la sumatoria de innumerables cuentos, pero ella tiene la virtud de obtener una historia redonda e inolvidable para el lector.
La literatura occidental del siglo XX fue indeleblemente marcada por dos obras, Ulises, de James Joyce, y Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, QEPD. ¶
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* Iguarán era el segundo apellido de la madre del escritor, Luisa Santiaga Márquez Iguarán.
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Pura genialidad, una obra inolvidable. Marca un antes y un después… crea un mundo de fantasías reales, valga la incoherencia. Bravo por GM, una huella indeleble en nuestra mente.