No hay navidad sin campanas

 

Las campanas tañen; a veces doblan, cuando hay importante luto en alguna ciudad o pueblo con campanario; otras tocan a rebato—Convocación de los vecinos de uno o más pueblos, hecha por medio de campana, tambor, almenara u otra señal, con el fin de defenderse cuando sobreviene un peligro. Diccionario de la Lengua Española—, pero las más de las veces expresan y difunden felicidad. Eso último ocurre elocuentemente en época navideña, y en la música encontramos notables ejemplos de la asociación de campanas alegres con este tiempo, aun en la continuada pandemia que ha marcado este año a punto de concluir y el anterior. Aquí se pone tres de ellos.

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Mikola Leontóvich (1877-1921) “fue un compositor, director de coro, y profesor ucraniano de renombre internacional. Escribió en el estilo de nacionalismo musical. Se especializó en música vocal”. (Wikipedia en Español). Su composición de mayor fama es Shchedryk, también conocida como Campanas de Ucrania o el Villancico de las campanas (Carol of the bells). Con base en cantos folclóricos ucranianos, fue interpretada por primera vez por un coro de estudiantes de la Universidad de Kiev, la capital de Ucrania, en diciembre de 1916. He aquí una versión de lujo por el gran Coro del Tabernáculo Mormón, acompañado por la Banda de la Reserva de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos.

 

 

Y una canción de Navidad que prácticamente todos conocemos en la infancia es, sin duda, Jingle Bells—Tintineen, campanas—, compuesta por James Lord Pierpont en 1857, quien entonces la llamó One horse open sleigh—trineo abierto de un caballo—, como dice uno de sus versos. Acá está una simpática versión protagonizada por nadie menos que Andrea Bocelli.

 

Por último, todos conocemos el aguinaldo venezolano La jornada, que reitera en su letra la onomatopeya de campanillas. Fue compuesto en el siglo XIX por autor anónimo y recopilado por el insigne Maestro Vicente Emilio Sojo. De él dijo el gran director rumano Sergiu Celibidache, en artículo escrito en Caracas—Mi amigo Sojo—en diciembre de 1977 para conmemorar el nonagésimo aniversario (póstumo) de su nacimiento:

Sojo no ha sido un regalo caído casualmente desde arriba, una feliz materialización de las fuerzas ciegas de la naturaleza, una óptima fuerza de herencia y azar. Sojo es un sencillo y limpio fenómeno natural, una flor espontánea del campo criollo, una canción de las estrellas del cielo vernáculo, una sinfonía augural de esta tierra generosa, que de vez en cuando logra emanciparse de todas las influencias contradictorias y revela en una forma incontenible, por encima de toda interpretación subjetiva y fuera de toda contemporaneidad, su inconfundible identidad. El maestro Sojo es Venezuela. Ojalá que un buen día Venezuela fuera también el maestro Sojo.

Que tenga Ud., amable visitante, la mejor Navidad posible.

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